Fundir el edificio con el entorno y dejar que la montaña entre en el hogar para que toda la familia pueda convivir con ella. Esa es la premisa para esta construcción. Por eso, la piedra y la madera son protagonistas ya desde la fachada. Igual que sus colores tostados, que recuerdan constantemente el antiguo encinar que un día pobló la zona. En el exterior, la roca del monte se deja ver en unos jardines ubicados a diferente altura y que consiguen que el entorno natural abrace al edificio.
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Proyectos destacados

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Tres volúmenes en busca de relaciones vibrantes y armónicas; un juego compositivo que genera diferentes perspectivas en el jardín; unos materiales que marcan el compás en colores blanco y piedra; y una composición con diferentes alturas para articular de forma fluida y eficaz los usos diversos. Así se construye un proyecto creado para un músico que ha querido unir en el mismo espacio una vivienda en la que buscar la inspiración y su propio estudio de grabación. Puro ritmo.
El espacio para grabación se ubica en uno de los bloques, un imponente cubo de seis metros de altura que solo se abre al jardín. En el extremo opuesto se ubica el ámbito más íntimo y conectando ambos, el bloque central articula la zona pública y la circulación.

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Una gran viga escultórica recorre la vivienda y enmarca el paisaje. El elemento estructural es la clave estética que hace posible que este proyecto, inspirado en el paisaje, concentre el entorno para su contemplación.
La inspiración de esta obra nace directamente del paisaje, muy próximo al mar; de él surge su vocación estética, los grandes vuelos que se despliegan hacia el horizonte y los espacios altos y acristalados en busca de la ingravidez. Cada elemento traduce el privilegio de lo infinito.
La viga que envuelve el edificio es el recurso que hace posible todo ello y que, además, consigue que los espacios domésticos sean apreciados con una escala familiar a pesar de sus grandes dimensiones. También se convierte en un marco que, como indicaba Ortega y Gasset, condensa la mirada para verterla en el cuadro, esto es, en el infinito.

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La escalera de este edificio, tratada como elemento decorativo, es también el eje en torno al cual se articula este proyecto de vocación escultórica. La familia propietaria propuso un programa funcional muy concreto y, puesto que la parcela que no ofrecía condicionamientos especiales, ese elemento vertical se convirtió en el punto en torno al cual se desarrolla un singular juego de proporciones, volúmenes y materiales