En la calle aparece tan solo una curva sutil y elegante pero contundente. Hormigón sin aberturas. Privacidad total. Es un telón detrás del cual se oculta toda la magia de este proyecto situado en una parcela que se asoma a una de las zonas más hermosas de Cataluña.
El espacio es el privilegio. Así, la misma vivienda que se cierra a la calle, se abre por dentro a la luz y el paisaje, ocupando la ladera de forma escalonada y creando un espacio interior que habla con un lenguaje propio: hormigón contrastado con negro y con madera de roble. Así es como se propicia una conexión íntima con el entorno.
En el jardín, la piedra seca y una vegetación frondosa son los protagonista reforzando esa intimidad buscada.
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Proyectos destacados
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La forma triangular de la parcela con vistas al mar y dispuesta en una curva, condiciona este proyecto residencial. Desde la calle, son protagonistas volúmenes sólidos que, sin embargo, se aligeran con el uso de vanos marcadamente verticales, abiertos como fisuras. Hacia adentro, la vivienda se abre de forma generosa para disfrutar del Mediterráneo y de los espacios comunes. En ellos, la luz es tamizada con lamas de madera orientables y se convierte en protagonista absoluta.
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Una gran viga escultórica recorre la vivienda y enmarca el paisaje. El elemento estructural es la clave estética que hace posible que este proyecto, inspirado en el paisaje, concentre el entorno para su contemplación.
La inspiración de esta obra nace directamente del paisaje, muy próximo al mar; de él surge su vocación estética, los grandes vuelos que se despliegan hacia el horizonte y los espacios altos y acristalados en busca de la ingravidez. Cada elemento traduce el privilegio de lo infinito.
La viga que envuelve el edificio es el recurso que hace posible todo ello y que, además, consigue que los espacios domésticos sean apreciados con una escala familiar a pesar de sus grandes dimensiones. También se convierte en un marco que, como indicaba Ortega y Gasset, condensa la mirada para verterla en el cuadro, esto es, en el infinito.
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Crear una arquitectura escultórica que, sin embargo, tenga la calidez de un hogar es todo un reto. Y este proyecto, con sus grandes dimensiones, su ambición y su ubicación dominando toda Barcelona, corría el riesgo de convertirse en una casa para fotografiar, pero no para vivir. Para darle ritmo visual se eliminó todo lo superfluo y se articuló la vivienda en tres volúmenes. Y para aportar el equilibrio necesario se acumularon en módulo central, envuelto en cobre, todos los elementos singulares, incluida la escalera. De ese modo se consigue más sutileza en el resto del edificio, usando austeros muros de mampostería en el exterior y materiales cálidos en el interior.