Cerrar la vivienda al exterior y crear dentro de ella una naturaleza propia. Tal era el desafío. El proyecto traduce esta intención contrastando sensaciones de manera extrema: desde fuera, la arquitectura ofrece un aspecto compacto, casi monolítico en su volumetría; el interior, en cambio, se desarrolla con un claro carácter fragmentario, pues el proyecto va concatenando volúmenes a veces llenos, a veces vacíos. Estos últimos –de nuevo el contraste– utilizan la madera para mantener la ilusión de contundencia y continuidad, pero ofrecen una realidad desmaterializada con la que se generan paisajes sucesivos: patios, jardines, terrazas. El resultado es una deliciosa isla interior permeable compuesta por piezas que se abren de forma sucesiva a espacios aparentemente vacíos pero ocupados por cuidadas atmósferas de luces y sombras, sonidos y aromas.
589 ED
Proyectos destacados
155 JLM
La forma triangular de la parcela con vistas al mar y dispuesta en una curva, condiciona este proyecto residencial. Desde la calle, son protagonistas volúmenes sólidos que, sin embargo, se aligeran con el uso de vanos marcadamente verticales, abiertos como fisuras. Hacia adentro, la vivienda se abre de forma generosa para disfrutar del Mediterráneo y de los espacios comunes. En ellos, la luz es tamizada con lamas de madera orientables y se convierte en protagonista absoluta.
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El jardín interior de esta vivienda es un oasis perfecto. Agua, vegetación y luz se combinan en él para crear una sensación de sosiego, privacidad y privilegio capaz de extenderse al resto de la vivienda. El efecto producido en el jardín se transmite gracias a la presenciade unos porches volados de generosas dimensiones que se abren a este espacio y generan una continuidad entre el interior y el exterior, aislando al conjunto de su entorno. Poco importa entonces que, en determinadas zonas, los alrededores resulten agresivos desde el punto de vista urbanísticos: detrás de la puerta se encuentra el sosiego de un edén propio.
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Tres volúmenes en busca de relaciones vibrantes y armónicas; un juego compositivo que genera diferentes perspectivas en el jardín; unos materiales que marcan el compás en colores blanco y piedra; y una composición con diferentes alturas para articular de forma fluida y eficaz los usos diversos. Así se construye un proyecto creado para un músico que ha querido unir en el mismo espacio una vivienda en la que buscar la inspiración y su propio estudio de grabación. Puro ritmo.
El espacio para grabación se ubica en uno de los bloques, un imponente cubo de seis metros de altura que solo se abre al jardín. En el extremo opuesto se ubica el ámbito más íntimo y conectando ambos, el bloque central articula la zona pública y la circulación.