Todo es horizonte en esta parcela. Es un lugar dominado por las líneas horizontales con una vista extraordinaria sobre el Mediterráneo. Por eso, el proyecto desarrollado para esta ubicación busca la magia de la ingravidez. Para conseguirla, el diseño contempla dos volúmenes superpuestos y desplazados entre sí que dejan la planta baja abierta y convierten la zona superior en una construcción flotante que mira al infinito y se cierra a la fachada Norte. El uso del vidrio, los voladizos y los colores completan este juego poético de luces y sombras, cerrado y abierto, materia y vacío.
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Proyectos destacados

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Enraizada en un diálogo entre luz y textura, la casa equilibra privacidad y apertura, al tiempo que se integra perfectamente en su entorno natural. En el corazón del proyecto hay dos patios que inundan los interiores de luz natural y crean un flujo continuo entre los espacios interiores y exteriores. La planta baja, en tonos de madera oscura, está dedicada a la vida en común, donde la cocina, el comedor, el estudio y la sala de estar se comunican sin esfuerzo entre sí y con los patios. En la planta superior, los espacios privados se organizan cuidadosamente en torno a un pasillo central que da paso al vestidor de la suite principal y conecta el tocador, la terraza, el baño y el dormitorio.

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La forma triangular de la parcela con vistas al mar y dispuesta en una curva, condiciona este proyecto residencial. Desde la calle, son protagonistas volúmenes sólidos que, sin embargo, se aligeran con el uso de vanos marcadamente verticales, abiertos como fisuras. Hacia adentro, la vivienda se abre de forma generosa para disfrutar del Mediterráneo y de los espacios comunes. En ellos, la luz es tamizada con lamas de madera orientables y se convierte en protagonista absoluta.