Enraizada en un diálogo entre luz y textura, la casa equilibra privacidad y apertura, al tiempo que se integra perfectamente en su entorno natural. En el corazón del proyecto hay dos patios que inundan los interiores de luz natural y crean un flujo continuo entre los espacios interiores y exteriores. La planta baja, en tonos de madera oscura, está dedicada a la vida en común, donde la cocina, el comedor, el estudio y la sala de estar se comunican sin esfuerzo entre sí y con los patios. En la planta superior, los espacios privados se organizan cuidadosamente en torno a un pasillo central que da paso al vestidor de la suite principal y conecta el tocador, la terraza, el baño y el dormitorio.
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Proyectos destacados

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Situada en un entorno residencial de Valldoreix, esta vivienda responde con sobriedad a un paisaje natural y urbano discreto. El proyecto se integra mediante una arquitectura que busca el equilibrio entre abstracción formal y sensibilidad mediterránea, en una clara herencia de la obra de Josep Lluís Sert, particularmente en su forma de reinterpretar el racionalismo con valores de clima, luz y vida cotidiana.
La vivienda se desarrolla principalmente en una sola planta, reafirmando su carácter horizontal y doméstico. En la planta baja se ubican todos los espacios funcionales: zona de día (salón, comedor, cocina), área privada (habitaciones, baños) y áreas de servicio. En la planta primera, de uso más introspectivo y reducido, se sitúa un estudio independiente, concebido como un espacio de recogimiento con vistas abiertas y luz cenital, separado del resto del programa para favorecer la concentración.
La luz mediterránea es uno de los materiales principales. A través de huecos controlados, voladizos y patios, se generan espacios donde la sombra se convierte en elemento arquitectónico. El resultado es una atmósfera de calma, donde los contrastes entre lleno y vacío, luz y masa, construyen una experiencia sensorial equilibrada.
La orientación, la compacidad volumétrica, los filtros solares y el uso de vegetación autóctona son estrategias pasivas que reducen la demanda energética. La vivienda se concibe desde el sentido común climático más que desde la tecnología visible

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En la calle aparece tan solo una curva sutil y elegante pero contundente. Hormigón sin aberturas. Privacidad total. Es un telón detrás del cual se oculta toda la magia de este proyecto situado en una parcela que se asoma a una de las zonas más hermosas de Cataluña.
El espacio es el privilegio. Así, la misma vivienda que se cierra a la calle, se abre por dentro a la luz y el paisaje, ocupando la ladera de forma escalonada y creando un espacio interior que habla con un lenguaje propio: hormigón contrastado con negro y con madera de roble. Así es como se propicia una conexión íntima con el entorno.
En el jardín, la piedra seca y una vegetación frondosa son los protagonista reforzando esa intimidad buscada.

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La Masia Can Pi es una edificación catalogada de valor patrimonial del s.XIV en Esplugues del Llobregat, ejemplo de la arquitectura tradicional catalana, de planta basilical, con bodega y caballeriza. La intervención propone una transformación respetuosa con su identidad histórica, adaptándola a un nuevo uso como villa urbana contemporánea. El proyecto se ha concebido como un equilibrio entre la preservación del legado y la innovación en el habitar contemporáneo.
Se ha optado por una estética atemporal, sobria y elegante. Materiales nobles como la piedra natural, la madera maciza o el estuco a la cal se integran con un lenguaje formal depurado, donde cada elemento arquitectónico se expresa con honestidad. El diseño huye de lo superfluo, apostando por la autenticidad, la calma y la atención al detalle.
La redistribución interior maximiza la fluidez visual y física entre estancias. Se han suprimido compartimentaciones innecesarias, generando espacios abiertos, luminosos y conectados. La escala original se conserva, pero reinterpretada con criterios de confort actual.